Antonio Orihuela

Antonio Orihuela (Moguer, 1965), arqueólogo del presente y escritor a destiempo de la modernidad liberal, viene elaborando desde comienzos de los noventa un discurso crítico sobre la vida dañada y las resistencias cotidianas en las sociedades del capitalismo tardío. Su poesía deambula por el delgado hilo rojinegro de la literatura marginal en un intento de abarcar todo aquello que constituye la ligazón de nuestra vida con el mundo conformado por ese capitalismo, indagando en el reverso de su trama social e ideológica. Su escritura sostiene en todo momento la tensión de narrar, con los de abajo, la vida dominada por el consumo y la individualidad burguesa. Con las esquirlas y los restos, Orihuela ha intentado reconstruir un trazado posible para la consciencia crítica. En todos sus libros late un mismo objetivo: Cambiar el futuro.

Desde 1999, coordina los encuentros anuales Voces del extremo en su Moguer natal, que se han convertido en elemento clave del heterogéneo grupo de sensibilidades y militancias culturales que se viene llamando «poesía de la conciencia». Entre su extensa obra, el autor cuenta con más de sesenta libros publicados, entre poemarios, novelas y ensayo.

NOSOTROS, LOS INOCENTES
 
           Con Pascal Bruckner
 
Nos han tratado como a niños tanto tiempo…
 
Todo nos estaba permitido,
solo teníamos que preocuparnos de consumir y divertirnos,
en las tiendas siempre había más de lo que uno podía llevarse,
todo estaba al alcance de la tarjeta de crédito,
podías querer lo que no necesitabas,
acumular maravillas perfectamente inútiles,
ir al buffet libre, al todo incluido, al vuelo flexible,
gastábamos cuatro veces más en perros y gatos
que en ayuda al Tercer Mundo,
Dios existía, se le podía tocar con la mano,
las mercancías tenían el don de lenguas
y prometían ayudarnos, liberarnos, otorgarnos
la gran felicidad paradisíaca,
las cosas resucitaban, la publicidad era nuestro evangelio,
el supermercado nuestra iglesia,
la televisión nuestro supremo sacerdote,
Vivaldi la banda sonora de un spot de compresas.
 
Ahora dicen los agoreros que la fiesta se ha acabado
y, por si acaso, nos estamos bebiendo hasta los culos
de los cubatas que vemos por ahí arrumbados.
 
Queremos soluciones mágicas,
nunca habíamos tenido que pensar en nada,
por eso los votábamos, para seguir siendo felices,
niños irresponsables y mimados cuya única preocupación
era elegir entre varias marcas de detergente.
 
Nos dijeron que consumir era trabajar para la democracia,
que el bien común era la suma de los intereses particulares
y la riqueza la única fuente de derechos políticos y sociales,
 
y ahora nos dejan solos…
 
y los niños perdidos quieren mercados, orden,
vacunas, energía, antídotos, magia, emoción,
puntos de referencia,
 
seguir siendo la raza superior
tan inocente como humillada,
 
no queremos nombrar el Mal o buscar responsables,
designar a los verdugos,
no vaya a ser que los verdugos
seamos nosotros.